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lunes, 13 de febrero de 2017

DESPEDIDA DE SOLTERO

       ¡Ilusionado! Esa era la palabra que mejor definía ayer por la mañana mi estado de ánimo. Y es que por fin había llegado el momento en el que iba a rememorar mis tiempos mozos. Se casaba Jorge, amigo y compañero de fatigas desde que estudiábamos en parvulitos, y nos invitó a todos los amigotes a su despedida de soltero. Hacía ya varios años que no nos veíamos, pero la relación no había decaído ni un ápice en ese tiempo. Yo estaba nervioso como un crío de cinco años en la noche de Reyes, puesto que hacía más de xxx años (lo pongo en números romanos que parece que no hace tanto tiempo) que no salía de juerga con los amigos (ni con los enemigos).
         Todo estaba preparado para el evento, mi chupa de cuero, mis pantalones de piquillo y esos calcetines blancos, con las raquetas bordadas a los lados, que le sentaban como un guante a los mocasines italianos que guardaba como oro en paño en el zapatero de la habitación de los trastos. Todo emperifollado salí rumbo al lugar de concentración. Me parecía raro que quedáramos por la mañana, pero como yo ya no sé a que hora sale la gente a divertirse, pues tampoco le di tanta importancia. Una vez reunida la peña y después de un sin fin de abrazos entre machotes, Jorge empezó a relatarnos cual sería el plan para la despedida. 
            Lo primero que haríamos sería pasar la mañana en la Albufera, disfrutando de esa brisa natural, con olor a cloaca inmunda para relajarnos y contarnos nuestras peripecias en estos años que no nos habíamos visto. ¡No me lo puedo creer! Yo preparándome para un día donde el agua no la vería nada más que en la taza del bater, cada vez que tirara de la cadena al mear la ingente cantidad de cerveza que me habría metido "pal" cuerpo y resulta que me llevan a un lago para estar relajado. ¿Que creen, que no llevo ya relajado estos últimos xxx años? En fin, que nos fuimos a la Albufera. Pero aquello era asqueroso, con esos olores, mosquitos como trompetas y encima, nada más llegar, voy y meto las pezuñas en el barruzo ese negro, llamado tarquín, que dejó mis mocasines italianos que parecían dos botas de montaña. ¡Y que te voy a contar de mis calcetines blancos! Las raquetas se borraron como cuando una goma la pasas por encima de un dibujo hecho a lápiz. ¡Que narices llevará la mierda esa del tarquín!
              Encima, después de la mañana que me hicieron pasar, cuando llegaron las dos en punto, el colega va y nos dice que se tiene que ir ya, porque a la tarde ha quedado con unos amigos para ir a un "antro de perversión y lujuria", palabras textuales, y quiere estar "a la altura". ¡¡Que te den por c...!! y a tu boda va a ir Rita la Cantaora. ¡Será mendrugo el Jorge de los coj...! ¿Mentira o Verdad?

4 comentarios:

  1. Te la han dado con quesooooooooooo... cuando te digan de ir a la Albufera, llévate el Autan.

    J. Carlos

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  2. En fin un poco bastante sosa la despedida por lo que leo, jejeje ( En mi familia somos asi) Lo de las despedidas ya pasaron a historia eso ya no se debe de llevar.

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    Respuestas
    1. Seguro que ya no se hacen, al menos como yo he hecho esta

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